»Hay momentos duros pero poco a poco hay que hacerse a ello y seguir adelante»
Elena Auzmendi, técnica voluntaria de la DYA (detente y ayuda) y la Cruz Roja. Lleva 34 años en estas asociaciones y no duda en pasar todo su tiempo libre ayudando a los demás. Una mujer muy cercana que no duda en contar cómo han sido estos años, lo que le ha llevado a ganar el Premio del Año a la Solidaridad concedido por la Once en 2013.
¿Qué le impulsó a hacerse voluntaria?
A los 17 años un día que iba paseando por el muelle vi un simulacro de ambulancias de la DYA y aquello me enganchó de tal manera que me motivó a entrar allí y probar esto porque me gustó. Después me apunté a un cursillo que organizaron y a raíz de eso ingresé como socia en la DYA.
¿Qué le aporta este trabajo?
Me aporta todo, es una satisfacción personal enorme. Sin la DYA ahora mismo me quedaría un vacío tremendo. Mi tiempo libre lo dedico a ayudar a los demás, mis horas son para la DYA práctica y exclusivamente porque me gusta. Casi todo el tiempo lo dedico a la ambulancia aunque también estoy en logística, si ocurre alguna desgracia o catástrofe se activa y tenemos que montar hospitales de campaña, preparar camillas para que la gente pueda dormir, la comida…
¿Cuándo fue la última vez que trabajó en una situación así?
En las inundaciones de Astigarraga y Hernani. Tuvimos que rehabilitar a todos los afectados en el polideportivo de Astigarraga. Allí estuvimos con ellos ayudándoles en todo lo que necesitaban
¿Cuáles son sus funciones?
Soy técnico de emergencias y mi función es supervisar. Soy la responsable de la dotación de ambulancias y superviso el trabajo de lo que tenemos que hacer en las ambulancias y si fuera necesario movilizar más recursos como el cuerpo policial, bomberos… lo que hiciera falta. Como el jefe de equipo de esa dotación.
¿Ha colaborado en alguna de las campañas que ha realizado la DYA?
Si, hemos solido dar cursillos en colegios, hemos hecho simulacros, he hablado del voluntariado, de lo que me aporta a mí… Como el voluntariado ha bajado mucho, me tienen como gancho (se ríe) en la DYA para motivar a la gente. Afortunadamente hace poco ha entrado bastante gente y estoy muy contenta porque todos han ido preguntando por mí.
»La juventud está un poco de viva la fiesta»
¿Cuáles son las causas de esa bajada en el voluntariado?
Yo creo que es el estado actual entre la crisis y la juventud que está un poquito de viva la fiesta. Pero bueno, parece que se va a recuperar un poco.
¿Aparte de los cursillos, esta bajada se ha recuperado de otra forma?
Sí, muchos padres vienen con sus hijos para que les ayudemos. Ven un tipo de problemática y piensan en que la DYA les puede aportar algo más que el estar de botellón un fin de semana. Hacemos un poco de aitatxos de ese chico o de esa chica y salen encantados.
¿A qué edad se suele acudir para ser voluntario?
Ahora empiezan desde los 16 o 17 años con el permiso paterno y hasta que el cuerpo aguante.
¿Qué situación le ha marcado más?
Me marcó un accidente en Lasarte. Un padre y su hijo, con síndrome de Down, venían de visitar a la madre que estaba ingresada en la residencia. El accidente fue de tal magnitud que el padre murió, ¿Cómo le explicas a un chico con Síndrome de Down que su padre había fallecido en el accidente? Es duro, esas cosas te impactan más, pero hay que hacerse a ello y poco a poco seguir adelante.
¿Y con el que mejor se haya sentido?
Yo creo que con todos, me motiva ayudar a los demás y mucha gente me para por la calle porque se acuerda de mí, cuándo les atendí en algún accidente. Para mí eso es lo mejor del mundo, no necesito más. Me siento orgullosa y feliz.
Tuvo que significar mucho para usted ganar el Premio del Año a la Solidaridad que le concedió la ONCE.
Significó muchísimo porque en este mundo estás un poquito a la izquierda, no hay muchos premios como en otras cosas. Lo hacemos porque nos gusta y lo que menos esperas es que te den un premio por ayudar a los demás.
»La gente no entiende que hagas un trabajo gratis»
¿Cree que la ciudadanía está concienciada con respecto al voluntariado?
Yo creo que no. Incluso ha habido gente que me ha llegado a decir: ¿Todo eso lo haces gratis? Y respondo que sí, claro. Yo dedico mi tiempo libre a ayudar a los demás y la gente no lo entiende. Muchos me dicen que si cobrara esa horas sería millonaria, pero no me importa, soy feliz así. La gente no entiende que hagas un trabajo gratis.
¿Cómo es su día a día?
Pues me levanto, desayuno, limpio la ambulancia y nos ponemos en marcha a dónde nos manden: un servicio preventivo, un partido de rugby, una carrera o carrera ciclista… lo que haya ese día y en el tiempo libre que tenemos hacemos un control de carretera, sobre todo ahora en invierno por la climatología porque en los puntos negros siempre hay accidentes.
¿Cómo compagina su trabajo en la DYA y en la Cruz Roja?
Me reparto, un día uno y otro día otro. Hago el mismo trabajo en los dos sitios y saben y respetan que esté en las dos entidades.
¿Qué le diría a alguien que quiere ser voluntario?
Que lo tomara como si fuera un trabajo pero con toda la ilusión del mundo. Tienes que estar convencido de que te guste, tener la sensación de que vas a hacer el bien ayudando al prójimo.
Amaya García Sierra